Una NO típica familia alemana
Creo antes de comenzar este Post os debo poner en situación. La cuestión es que desde hace un par de meses estoy saliendo con Corinna (sí, la simpática alemana protagonista del Post "Roce cultural"), y lo que comenzó como un simple rollo va bastante bien, salvando las evidentes diferencias culturales e idiomáticas.La brillante idea. Pues este fin de semana Corinna se iba a Leverkusen, su ciudad natal, y conocida únicamente por su equipo de fútbol. Allí su hermana celebraba su fiesta de fin de estudios (Abitur-Party), lo que sería algo así como nuestra cena de COU, pero a lo grande, como veréis. A la hermana ya la había conocido en su espontánea visita a Saarbrucken, y me apetecía verla de nuevo, ya que era también muy maja.
Lo que paso a continuación ya os lo podéis imaginar: la cuestión es que de mi boca salieron las palabras mágicas de "En principio este fin de semana tengo tiempo, asi que te podría acompañar...", palabras de las que me arrepentí tan pronto como cobraron forma en mis labios.
Pero la cuestión es que se enfrentaba mi innata curiosidad, en este caso por conocer a la familia de la que tanto había oído hablar, con el clásico cague ante estas situaciones... aun más si se tiene en cuenta en posible choque cultural (en alemán).
El viaje. Leverkusen esta prácticamente al lado de Colonia, por lo que nos esperaba una paliza de cuatro horitas en tren, que se desarrollaron con tranquilidad, a pesar de los comentarios de Corinna preparándome para lo peor: Que si su sentido del humor es peculiar, que iban a destrozar mi nombre, que seria mejor que nos bebiéramos unas cervezas antes de llegar... y a pesar de que bromeaba, se podía ver nerviosismo en sus ojos.

Estación de destino, 7 de la tarde. La hermana de Corinna nos espera con cara de sorpresa al verme aparecer...
- Hola Patricia, pero, no sabias que venia?
- Pues mama no me ha dicho nada - lo que me faltaba, la madre me consideraba una sorpresa y no había avisado a nadie de que venia.
Con todo esto yo ya estaba agotado, y necesitaba prepararme psicológicamente para lo que vendría a continuación. Pero esto fue imposible debido al puñetero horario alemán, ya que nos esperaba en casa una cena familiar.
La casa. La ciudad de Leverkusen no es tal, sino un conglomerado de pueblecitos que se acabaron juntando debido a la industria farmacéutica Bayer. Así, como parece habitual en Alemania, la ciudad se extiende en un montón de barrios residenciales como en el que nos encontrábamos. Allí las casas eran todas prácticamente iguales: blancas, planta baja y buhardilla, un jardín impecablemente cuidado... todas con un estilo muy burgués y con pinta de caras. Por dentro no desmerecía. Estilo moderno con toques clásicos, amplios espacios, piano de cola en el salón...
En este marco nos salieron a recibir los padres de Corinna, presentándose e invitándonos a la terraza que da a un jardín trasero. Me lo debí haber imaginado, los alemanes adoran la barbacoa: y allí estaba una enorme, preparada para cocinar varios quilos de carne.
Agotado, yo intentaba seguir la conversación para así poder responder a las preguntas que esporádicamente me lanzaban, a la vez que sonreír ante las ocurrencias de los presentes. Esta agradable conversación familiar se prolongo entre vino y cervezas hasta bien entrada la noche.
La cuestión es que Corinna tenía en casi todo razón:
• Mi nombre paso por diversos estados hasta su transformación final en "Carlos" (estado en el que se quedo todo el fin de semana).
• El padre hizo alguna gracia sobre españoles, e incluso sobre Franco, ante la mirada de reproche de la madre. De todos modos yo mantuve el tipo y no hice ninguna referencia a su "pasado" (ya que ellos lo llevan peor que nosotros, que mira que aun teníamos a Fraga por ahí).
• Hubiera sido mejor tomarse un par de cervezas antes de llegar.
Como ya comente alguna vez, los alemanes tienden a independizarse relativamente pronto. Y realmente, aunque los hijos aun están estudiando o con algún trabajo esporádico, los padres ya han tomado posesión de sus respectivas habitaciones desmontándolas para algún otro fin. Así que a nosotros nos toco dormir en el sótano: una habitación enorme, llena de aparatos de gimnasia, e incluso, con una sauna incorporada. Acogedor.
Paseo por el monte. Al día siguiente ya me sentía yo mas animado y ante la pregunta de que íbamos a hacer, Corinna me sorprende con la idea de una excursión por el monte. Mmm... la idea estaba muy bien: Corinna, yo... y el padre de Corinna haciendo treking.
Corinna y yo nos acercamos a una ventana para verle sacar el coche (Corinna sabía que tenia uno nuevo, pero aun no lo había visto). Lentamente se levanta el portal del garaje y vemos salir EL BMW, típico coche enorme, oscuro, elegante. Un barco, vaya. Lamento no poder ser más exacto con el modelo, pero ya sabéis que paso bastante de los coches. El hecho es que incorporaba sistema de navegación, detector de lluvia, cambio automático, control de velocidad... y un montón de extras más que el padre se encargo de demostrarnos.

El paseo se desarrollo sin incidentes reseñables (para mi alivio), por lo que volvimos a casa, donde nos esperaban varios "capachos" de ensalada de pasta (cosa de madres, que ya sabéis).
Después de la comida siempre viene bien dormir una siestecita, por lo que ya bajaba al sótano cuando patiné y me caí por las escaleras. Estaba yo intentando comprobar si me había roto algo, cuando escuché la voz del padre que desde arriba, interpreté, me preguntaba si me había pasado algo. Hasta el momento podía mover todas las partes de mi cuerpo, por lo que iba a responder... cuando se me adelanta Corinna y le dice que estábamos bien. Me giro como puedo en la incomoda posición en la que me encontraba, apoyado en los dos últimos escalones, y le mando una mirada de reproche: ¿Que estamos qué?
De la siesta me desperté relajado... listo para la gran fiesta. Así, me puse a vestir con una indumentaria algo más elegante, cuando aparece un tipo en la puerta, que se me queda mirando con una cara extrañada. Algo comprensible, si se tiene en cuenta de que yo me encontraba semidesnudo. Resulta que era el hermano de Corinna, que bajaba a saludarla, por supuesto, sin tener ni idea de la "sorpresa" que le esperaba abajo. Y es que la madre tiene un sentido del humor peculiar, y se había molestado incluso en esconder mis botas para que la sorpresa fuera absoluta.
Una fiesta de fin de estudios a la alemana. La fiesta en cuestión se celebraba en el anexo de una Iglesia, y el local estaba montado de una forma extraña: a lo largo de la habitación se extendían largas mesas con sillas, pero sin cubiertos, al fondo había un escenario con unos altavoces enormes, y en la parte izquierda, no podía faltar, estaba el barril de cerveza. Haciendo cálculos seríamos unas cien personas en el local, sentadas por grupos, como en cualquier celebración española... y en estabas estaba yo, cuando me aparece la primera cerveza delante.
Paréntesis informativo: ¿Cómo calcular la cantidad de cerveza necesaria para una fiesta? La respuesta alemana es sencilla: Coges el número de personas que beben cerveza, le sumas el número de personas que no beben cerveza, le añades un margen de seguridad, por si aparecen más personas y multiplicas todo por dos. El resultado te da el número exacto de litros que necesitas.
Después de este paréntesis se llega a la conclusión de que había más de doscientos litros de cerveza, a disposición de la gente, que en su mayoría traía vino y champán de casa. En una habitación vecina había un buffet autoservicio, algo muy clásico, también. Podías comer todo tipo de ensaladas, pasta, patatas preparadas de las más diversas maneras y unos tremendos asados, acompañados de albóndigas y semejantes.
La noche transcurrió entre risas amenizada por diversos actos, que incluyen: concierto de rock en el citado escenario (durante el que los “adultos” huyeron despavoridos), subasta americana de un cuadro que alcanzo el valor de 236 eurazos, entrega de diplomas y un video de los últimos días de instituto de los recién graduados. Esos últimos días asistían a clase disfrazados de diversas maneras (FBI, pijama, playa...), con los consecuentes resultados.
Una vez ya habían bajado buena parte de los 200 litros de cerveza, decidimos volver a casa a un ambiente más tranquilo, ya que la hermana se encontraba mal. Nos montamos en el barco los seis: adelante los padres y atrás los tres hermanos y yo. Hay que precisar que al más sobrio del coche le tocaba conducir, y por suerte no era yo, sino la madre de Corinna, que aún nunca había gobernado el barco. Debido a eso se tomo su tiempo para arrancar, nosotros conversábamos animadamente, sale del aparcamiento, toma el primer cruce y para el coche.
- ¿Qué pasa?
- Es que creo que era a la derecha, ¿no?
Bien para la más sobria del grupo, media vuelta. El viaje se desarrolla entre cánticos del “Viva Colonia” que ya había tenido tiempo de aprender, hasta que paramos en un semáforo, donde el padre, emulando al detector automático de lluvia del BMW, se pode a abrir un paraguas dentro del coche, para la sorpresa de la madre que no podía ver nada. Abre la puerta e intenta salir con el paraguas, pero dado que es imposible, intenta cerrarlo.. el semáforo ya está en verde.. la madre le dice que cierre la puerta.. entre risas de todo el mundo consigue devolver al coche a su estado normal y llegamos a casa sin más contratiempos.
Corinna, su hermano y yo nos quedamos entre risas charlando hasta altas horas de la noche, ya que é es la típica persona que no aguanta dos minutos sin hacer una gracia... y realmente fue una noche agradable.
La despedida. Al día siguiente me despiertan unas risas provenientes del piso de arriba. Me ducho, me afeito… y me uno al desayuno ante la cara de sorpresa de la familia, que no me esperaban sin mi barba terrorista. Comentario agudo de la madre:
- Si ahora ya pareces totalmente inofensivo.
Todos parecían llevar muy bien las respectivas resacas, salvo mi alemán, claro, por lo que me tuve que defender a base de monosílabos, hasta la hora de la despedida, en la que la madre vuelve a soltar una de las suyas:
- Me alegra tanto que Corinna haya encontrado a un chico simpático.
PD. Que conclusión podemos sacar de este fin de semana? Pues sencillamente que la cosa pudo ir cuando menos peor.
1 Comentarios:
Hombre, se pueden hacer cosas raras en un estado de embriaguez, como sacarte la camiseta a 10 grados bajo cero, entrar a un bar gay por la ventana y gritar "Desviaos, desviaos", escupir a un taxi con taxista dentro y pegarte la carrera para que no te de dos leches, mangar un carro del super y dos conos de señalizacion, tirar un tendal por la ventana desde un tercer piso de otra resi,..., pero lo de abrir un paraguas dentro de un coche, por muy barco que fuera, no tiene precio.
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